4 de mayo de 2010

Martini



Música de fondo. Tal vez the fray. Gente, aunque no mucha. Humo. Voces. Un ligero cosquilleo en el estómago. Mesa para dos. Una vela. Dos copas.
— ¿aquí es dónde tenías que venir? — preguntó el moreno.
— Si. Estoy esperando a alguien, así que, si no te importa…
—No, no me importa. Pero me quedaré a hacerte compañía.
La chica puso los ojos en blanco y miró en otra dirección intentando descubrir entre la multitud a la persona que buscaba. Pero no había ni rastro.
Era la primera vez que iba a aquel bar, aunque ya lo había visto varias veces en su camino a la escuela de música. Tenía un toque bohemio, pero moderno al mismo tiempo. No estaba muy lleno, pero no sabría decir si aquello era normal o no. Un par de chicas se quedaron un buen rato mirando en su dirección, entonces se giró y vio a Nate sonriéndolas.
— Bueno, si vas a estar aquí ligando, ya te puedes ir.
— No te pongas celosa, preciosa.
— Te he dicho que no me llames preciosa; tengo nombre. Samantha.
— Vale, Samantha. Y, ¿se puede saber a quien esperas?
— No es de tu incumbencia.
— Sí lo es. Estoy esperando aquí contigo, así que es lo mínimo que merezco saber.
— Yo no te pedí que esperases.
— Tu boca no, pero tus ojos sí—la chica le miró levantando las cejas—. A tu novio ¿no?
— No, a un amigo.
— Pues parece que llega tarde, ¿no crees? Yo no te haría esperar…
En ese momento su bolso comenzó a vibrar. Samantha sacó el móvil, tenía un mensaje nuevo.
“ eh, Sammy! No puedo ir. Han surgido unos problemillas con Gary. Luego te llamo, vale? Un beso! Tanner”

La cara de disgusto delató al instante a la chica.
— ¿No viene?
— No.
Dejo el dinero de la Fanta en la mesa y se dirigió hacia la puerta del local. Antes de que pudiese abrirla alguien la agarró del brazo.
— No te vayas tan rápido. Aún podemos tomar algo.
— No me apetece —contestó secamente.
— Venga, después te acerco a casa.
La chica dudó un momento. Miró al chico de ojos azules y decidió que por un rato no pasaba nada. Él la soltó del brazo y ambos se dirigieron a la mesa que segundos atrás habían ocupado.
El pidió dos Martini. Ella se le quedó mirando con la boca abierta. Acaso no se daba cuenta de que era menor de edad y de que no le estaba permitido aún beber. El chico interpretó su gesto y contestó.
— No te preocupes. Solo una.

Una. Dos. Tres. Cuatro. Y hasta cinco copas acabaron bebiéndose.
—…y yo le dije “eh, tío, sal de aquí!” ¿Sabes lo que hizo? Simplemente se fue.
— Vaya, ¿ni una disculpa ni nada? — preguntó curiosa ella.
— Nada. Simplemente desapareció.
Ambos se quedaron en silencio un rato, mirando a sus copas y decidiendo que era lo siguiente que iban a decir.
— Eh, chicos, vamos a cerrar — dijo la camarera desde la barra.
— ¿Qué hora es? — Preguntó Samantha horrorizada.
— Las dos, bonita. 
— ¿Qué? ¡No puede ser! Llévame a casa ya.
— Vale —contestó el chico, mientras se ponía en pie.
— Aunque…has bebido demasiado. No creo que sea una buena idea.
— Esto no es nada comprado con otras veces. Venga, vámonos.

Al poco rato la chica ya estaba en su casa. Las luces estaban apagadas y reinaba el silencio. Solo encontró una nota encima de la cama que decía: “Espero que te lo hayas pasado bien esta noche. No te despiertes muy tarde”

2 comentarios:

  1. uoooo!!uooo! que no se me deje llevar por Nate, que se centre, por favor!!
    y recuerda la escena de vivo en un callejon XD
    :)
    Aun asi me ha gustado el trozo, me parece que ha estado bien que estuvieran de buen rollo:DDD
    me pregunto que le pasara a Gary T__T espero que nada malo, nunca se sabe..
    BUeno bueno bueno!!, continua prontoo :DD haber is me pongo yo, que los examenes me exprimen la imaginacion t.t

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  2. Solo tengo una palabra para describirlo:
    Genial.
    Sigue pronto, porfi :)

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