24 de julio de 2010




— ¿Qué haces aquí?— dijo la pelirroja dirigiéndose a donde estaba el rapero.
— Que forma de saludar más rara tienes, ¿no?
—Ya ves. ¿Qué haces aquí?
— Nada…se me rompió el coche aquí en frente, y pasé a ver que había por aquí. ¡Y mira que casualidad, ahí estabas tú tocando el violín! —Dijo con una gran sonrisa — Viste como al final recuperarías todas las horas perdidas conmigo, eh pillina!
— eres insoportable.
En ese momento un chico rubio se puso al lado de la pelirroja, pasando uno de sus brazos por encima del hombro de ella, dirigiéndole una mirada curiosa al chico de ojos azules.
— ¿Quién es este, Sammy? —preguntó Tanner
— Es un…
—… Soy Nate, un amigo. —se adelantó a contestar el chico.
— ¿Amigo? ¡Ja! — Dijo la chica soltando una carcajada sarcástica —más quisieras, machote.
— No, más quisieras tú que fuésemos algo más.
— ¡Arg!
— Haya paz, chicos.
— ¿Y tú quien eres?¿Su novio? —Preguntó con curiosidad el rapero —por que no se como haces para aguantarla.
— No, no soy su novio. Soy un amigo. Y…bueno, la verdad es que no lo sé muy bien, pero ya ves.
Samantha se giró sorprendida por la respuesta del chico, y se le quedó mirando con la boca abierta. Antes de que él pudiese contestar, le dio un puñetazo en el hombre y se marchó.
— Bueno, tío, me voy a disculparme. Nos vemos. — se despidió Tanner.
Nate levantó un poco la mano para despedirse, y se dirigió a una esquina de la sala. Desde allí podía observar todo lo que pasaba a su alrededor.
Una niña pequeña tiró un poco de helado en el vestido de su madre mientras ésta última hablaba con el director de la escuela. Varias chicas entablaban una animada conversación cerca suyo y, de vez en cuando, le echaban alguna que otra mirada traviesa. Él las sonreía un poco haciéndolas sonrojar.
Y un poco más alejados se encontraban Samantha y el chico rubio. Ambos reían. Pudo ver las miradas que se echaban. Seguramente tendrían algo especial, aunque no quisiesen darse cuenta.
Estaba a punto de marcharse cuando vio como el chico se despedía de Samantha y se marchaba. Decidió ir a hablar un rato con ella, se aburría y no tenía nada más interesante que hacer.
— ¡eh! —dijo a sus espaldas.
— ¿Qué quieres? —preguntó ella secamente.
— Nada…me aburro.
— Pues cómprate un mono y déjame…
— ¿Por que estas así de borde? Ayer parecía que te caía bien.
— Ayer iba borracha.
— Va…como quieras. Adiós —dijo  dando media vuelta.
Se subió la cremallera de la sudadera, y se dirigió hacia la salida de la escuela. Antes de salir, pasó por cerca del grupo de las chicas que le habían estado mirando y les guiñó un ojo, dejándolas con un dulce sabor en la boca y con ganas de conocerle.




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