13 de abril de 2010



Música. Coches.  Rumbo: ninguna parte. Ese sería un buen titulo para una canción.
Se dirigía sin rumbo fijo, tan solo seguía las líneas blancas de la carretera esperando que le condujesen a alguna parte. Aunque, la verdad, con esa lluvia que caía no habría podido salir del coche.
— Rumbo a ninguna parte —se quedó dándole vueltas a aquella frase— tal vez pueda crear algo para mi maqueta.
El chico comenzó a pensar en una melodía que fuese adecuada con su vida. Pronto las palabras comenzaron a surgir por sí solas.
 — tuve un pasado cascado
agobiado por mi estado
desde peleas de padre
asta la muerte de una madre
me drogue hasta lamentarme
con trabajos duros
hasta la hora de acostarme

Sí, esas primeras líneas resumían su vida, pero tendría que seguir pensando algo más si quería poder llevarlo a una agencia y hacer una maqueta.
Aparcó frente a la casa de Sean, y se dirigió al portal de este. Su amigo vivía en unos pisos en el centro de la ciudad, eran bastante grandes, pero ya eran muy viejos y la pintura se caía a trozos. La mayoría de vecinos era gente joven que habían alquilado habitaciones, por lo que no había nadie que les incordiase cuando hacían fiestas.
Antes de entrar llamó al telefonillo para avisar al chico de que iba a subir; no quería encontrarse con alguna escena inesperada. Sean le había dado las llaves de la casa unos meses atrás, cuando iba a dormir a su casa casi todos los días, pero desde que conoció a Pam, casi nunca pasaba por allí.
— Ey, tío ¿Qué pasa? — le saludó Sean— Hace mazo que no te veo. ¿Dónde has estado?
— Por ahí, en casa de una amiga —contestó encogiéndose de hombros.
— ¿Una amiga? —le miró alzando ligeramente una ceja.
— Si…— Ambos se echaron a reir, y Nate pasó al interior del piso.
El salón estaba decorado por ellos dos. Cuando Sean compró la casa, después de recibir una suma millonaria de dinero por el disco que había lanzado, ambos se dedicaron a hacer un enorme graffiti en la pared del salón. Después Sean compró maquinas de juegos, y los dos se pasaban el día jugando sin parar, o viendo películas de acción en la súper mega pantalla gigante de televisión. Aquella casa era una pasada. Tenía unas cinco habitaciones y tres baños, dos de ellos con bañera hidromasaje. Sean le había regalado una de las habitaciones a Nate para que este pudiera irse a dormir allí cuando quisiese, aunque él estuviese de gira. La única norma que había en esa casa, era avisar antes de entrar por si alguno de los dos estaba con alguna chica; el resto, solo era pasárselo bien.
— ¿Te cansaste de tu amiguita? —preguntó con curiosidad Sean —ya sabes que me la puedes pasar. —Nate le dio un puñetazo en el hombro, mientras él se reía.
— No es eso, lo que pasa es que hace demasiadas preguntas…
— Y tú no quieres contestar ¿no?
— No, no estoy preparado…
— Te entiendo. Pues tu habitación sigue disponible, incluso creo que tus calzoncillos siguen tirados en el suelo como cuando te fuiste, no quise entrar para no intoxicarme.
— Ja ja ja. Pero que gracioso eres, tío —dijo mientras se dirigía a la habitación del fondo.

Todo estaba como él lo había dejado. La cama deshecha y, en efecto, los calzoncillos en el suelo. Se agachó a recogerlos, cuando vio una foto debajo de la cama. Era de su madre. Salía sonriendo, como si no pasase nada. Su pelo rubio le caía por encima de los hombros desordenado, llevaba un vestido ajustado. A su lado había un niño pequeño, de unos tres años, con grandes ojos azules, que sonreía a la cámara alegremente con una piruleta en la mano.
Se sentó en el suelo con las manos en la cabeza, mientras unas lágrimas comenzaban a correr por su rostro. Como le hubiese gustado haberse despedido de ella. Si tan solo la hubiese dado un beso antes de irse. Pero se fue al colegio, sin saber que cuando regresase por la tarde, la cama en la que ella yacía desde hacía meses, estaría vacía.
Se secó las lágrimas con las manos, y se dirigió al baño a darse un buen baño. Le apetecía salir a dar una vuelta por el parque, pero no quedaba bien ir sudado y mal oliente.


Una hora más tarde, se encontraba en el parque andando cerca del lago. Llevaba las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones, para que no se le quedasen frías. Llevaba una gorra y por encima de esta, la capucha de la sudadera.
Pensaba en que haría esa noche, cuando chocó contra alguien.
— Lo siento —murmuró, mientras le tendía la mano a la chica que había caído al suelo a causa del golpe — hoy todo me sale… mal.
Se quedó con la boca abierta, mientras la pelirroja del otro día se levantaba enfurruñada del suelo, y ponía ambas manos en la cintura. Llevaba el pelo recogido en un moño desordenado, y los folios que antes llevaba en la mano, estaban esparcidos por el suelo.
— Por lo menos, podrías ayudarme a recogerlos en vez de estar ahí parado con la boca abierta ¿no? — dijo esta mientras se ponía de cuclillas a recogerlos.
—Sí. Pero deberías tener más cuidado y mirar por donde andas.
— Perdóneme usted, es que iba tan concentrada que no le vi.
— ¿Son partituras? — preguntó Nate mirando con curiosidad los papeles.
— Así es. Y si puedes recogerlas antes de que caigan al agua mejor, por que son de una audición que tengo la semana que viene.
— ¿Qué tocas?
— El violín…
—… ¡No me lo puedo creer! ¡Aparte de bailarina finolis, tocas el instrumento más pijo que he visto!
— Pues si que has visto pocos, hijo. Por que el violín es el más normalito.
— déjame adivinar, un día clases de baile, y otro violín, ¿no? Y así hasta el fin de semana, el cual lo dedicas a estudiar.
La chica se levantó de golpe y le miró enojada. Algo había hecho para enfadarla tanto, pero la verdad es que no le importaba mucho, no la conocía casi. Aún así, terminó de recoger el resto de hojas, y se los dio con cierta curiosidad de la actitud de la chica.
— he dado en el clavo ¿no?
— A ti que más te da lo que haga yo con mi vida.
— Nada, solo decía…
— ¡Calla!
— No te pongas así, que tampoco es para tanto —dijo levantando las manos.
— Me voy.
La chica dio media vuelta, y se marchó por donde había venido.
— Espera, voy contigo — gritó él mientras salía corriendo detrás de ella,
— Pero que pesado eres.
— Esta oscureciendo, y no creo que quieras que nada te pase ¿no?
— ¿Y quien me va a proteger? ¿Tú? No me hagas reír.
— No te pases. Que soy capaz de protegerte a ti y cuatro tías más al mismo tiempo. ¿Dónde vamos, preciosa?
— Primero, deja de llamarme preciosa. Y segundo, no vamos, VOY a un bar.
— Te acompaño.
— Como quieras…de todas formas no creo que me pudiese librar de ti, así que no voy a malgastar mis fuerzas.

2 comentarios:

  1. Bueno como ya he ocmentado saldre ocn Tanner y con Sean al mismo tiempo (espero que ellos no lean esto XD)
    porque si
    porque les quiero para mi (MUAJAJAJJA) soy acaparadora!!
    en cuanto a nate, me encanta, pero es para it camila, te pega e.e
    ya veras ya veras a quien se encontrara nate que va a ver samantha al bar ~
    XD
    sigue otdo lo prontito que puedas y que tu imaginacion te permitaaa 8que esto es un buen trozo :D)

    te kieruuuuuu!!!!

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  2. Buah :)
    este trozo es genial n.n
    La verdad no sé lo que tiene, pero me ha gustado en especial (será porque aparecen ambos chicos? um um, quién sabe...xDDDDD)
    ña (:
    Sigue prontow n.n
    Un besazo L.

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