10 de agosto de 2010





10:30. Noche. Luces. Coches.
— Pena que no se puedan ver bien las estrellas —pensó en voz alta la chica mientras contemplaba el cielo iluminado por las farolas de la calle.
A su lado pasaban grupos de gente que se dirigían al centro de la ciudad a divertirse. No era una ciudad muy grande, pero tenía pubs elegantes, antros y todo tipo de lugares en los que pasar un buen rato. Ella, en cambio, prefería pasárselo bien en otros lugares, aunque tampoco hubiese estado mal haber ido algún día a un Pub con sus amigas. Ellas no la llamaban para ir a esos sitios, sabían que no le gustaba, aunque nunca había ido a uno.  Tal vez fuesen interesantes. No tenía por que estar muy mal, ¿no?
— Decidido, ¡voy! —dijo dando media vuelta.
En pocos minutos volvía a estar en el centro, de donde había salido una media hora antes. Buscó un lugar que tuviese buena pinta, y en el que pudiese haber gente normal tomando algo. Antes de entrar al local se miró de arriba abajo. Iba presentable. No iba como alguien que sale por la noche, pero tampoco estaba mal.
Entró al pequeño Pub y una espesa nube de humo la rodeo impidiéndola casi respirar. Se abrió paso entre la muchedumbre hacia la barra. Pronto un chico moreno la atendió, aunque no muy contento. Imaginaba que trabajar de noche no era lo mejor y, mucho menos en un sitio con tanto humo. Era malo para la salud.
— Me pones…una Fanta…
— ¿Una Fanta? Muñeca, aquí solo vendemos alcohol. Si quieres una Fanta vete al McDonalds —contestó el camarero con una mueca.
“¿Qué fue lo que tomé la última vez?” —pensó la chica.
— Ponme un Martini, entonces.
— Marchando.

Y sin darse cuenta, ahí estaba otra vez bebiendo como una tonta, emborrachándose. Solo que esta vez estaba ella sola. Pensó durante unos segundos que los que la estuvieran viendo pensarían que era penosa. Emborrachándose sola. Lo curioso era que la habían vendido la bebida sin pedirle el carnet ni nada. Alo mejor ya tenía cara de adulta. Aunque dudaba que en esos momentos tuviese una cara presentable.
— La próxima invito yo —dijo una voz a su lado —te vas a dejar todo el dinero aquí tú sola.
— Como quieras…—dijo ella sin mirar al desconocido.
La voz no le sonaba de nada y, de todas formas, le daba igual quien fuese. La iban a invitar a otra copa, el resto daba igual.
— ¿Qué es esto? —preguntó la pelirroja cogiendo el vaso.
— Un Manhattan. Te gustará.
Se bebió todo de un trago. La verdad, es que estaba bastante bueno eso que la había dado. ¿Cómo decía que se llamaba? Lo tendría en cuenta para la próxima vez que fuese algún sitio no pedirse solo Martini.
Poco a poco la cabeza le comenzó dar vueltas. Aunque no era una sensación de mareo, si no, algo mejor. Además sentía una gran euforia. El mundo era suyo en esos momentos, y se sentía con la capacidad de hacer cualquier cosa. Se dio la vuelta para verle la cara al extraño que le había dado aquella bebida. Era un chico más alto que ella, moreno. Era bastante atractivo.
— ¿Te he visto en algún sitio? — preguntó ella.
La cara de aquel chico la sonaba mucho de algo, pero ahora mismo no se acordaba, debía de ser a causa de la bebida.
— Puede ser. Me llamo Sean, ¿y tu, preciosa?
— Odio que me llamen preciosa —le lanzó una mirada amenazadora —. Me llamo Samantha. Pero me puedes llamar Sammy, todo el mundo me llama así.
— Vale. Sammy. ¿Quieres otro Manhattan?
— ¿Quieres emborracharme?
— No creo que haga falta que yo te emborrache — dijo con una sonrisa —. Solo quiero que nos divirtamos un poco, ¿Qué  dices?
— Pues digo que me pongas otro.


Los rayos de sol entraban a través del espacio entre las pesadas cortinas. Debía de ser ya medio día o más.
Samantha se desperezó. No se acordaba de nada de lo que pasó la noche anterior. Su último recuerdo fue el segundo vaso de Manhattan que se había tomado con el moreno.
Miró al lugar de donde venía la luz, aunque no le sonaba de nada que en su habitación hubiese esas cortinas. Contemplo el resto de la habitación. Desde luego, nunca había estado en ese sitio antes. Se dispuso a levantarse cuando se dio cuenta de que no llevaba nada de ropa.
— ¿Dónde estoy?
— ¿Ya te despertaste, princesa? —dijo una voz masculina proveniente de una puerta que se encontraba al final de la habitación.
— ¿Quién eres?
— ¿No te acuerdas? — preguntó la voz, mientras abría la puerta de lo que aparentaba ser el baño.
El chico de la noche anterior se la quedó mirando con una gran sonrisa, como esperando a que ella se lanzara a sus brazos. Tan solo llevaba puesta una toalla y, aún corrían gotas de agua por su torso bien esculpido. La bebida no la había engañado la noche anterior. Con su cabeza casi rapada, y sus grandes ojos oscuros, aquel chico era bastante atractivo. Aún así no terminaba de entender que hacia ella allí.
— ¿Por qué estoy aquí?
— Bebiste demasiado, me parece — dijo sentándose a su lado en la cama y mirándola con ternura—. Al cabo de unas bebidas te lanzaste a mis brazos. Y como no me dijiste donde vivías (y de todas formas casi ni me dejaste hablar), pues decidí traerte a mi casa.
— ¿Estoy sin ropa por que…?—preguntó ella horrorizada.
— Te lanzabas a mi cuello, y me fue imposible pararte…
— Entonces…tu y yo…
— Al final conseguí pararte, tranquila. Aunque eso no te impidió quitarte la ropa…—dijo con una carcajada.
— Pero no…no…lo…
— No, tranquila.
— ¿tanto bebí ayer?
— Me parece que sí. No estás acostumbrada, ¿no?
Ella negó con la cabeza. Él la puso un mechón de pelo que tenía en la cara tras la oreja y se dirigió al baño para cambiarse y darle un poco de intimidad a la chica.
Se visitó rápidamente. Hubiese deseado tener otra ropa en esos momentos, ya que esa olía bastante a alcohol y no podía llegar así a su casa.
Fuera de la habitación se escuchaba bastante ruido, como si alguien estuviese viendo un partido de futbol a todo volumen.
Abrió un poco la puerta de la habitación, lo suficiente para ver pero que no la viesen, y se asomó.
 Un chico estaba sentado en el sofá y, en efecto, estaba viendo un partido de futbol. Pero no pudo verle la cara al chico, ya que este se encontraba de espaldas a ella.
— ¿ya está con el futbol? —preguntó Sean detrás suyo— ven, que te lo presento.

3 comentarios:

  1. o.o No se dará al alcohol, ¿verdad?
    ¡Que eso no es nada bueno! T.T Sammy es una buena chica, no debería de hacer esas cosas, jo.
    Aunque, bueno, creo que ha tenido suerte y le ha tocado un chico con la cabeza bien amueblada, que no le ha hecho nada, a pesar de que bueno, ejem, ella se tirase encima de él como una leona... ¬¬
    ¡Ahahahahaha! Bueno, esperaré expectante quién será el compañero, aunque, me parece que puedo ir haciéndome una idea...xDDDD

    Sigue pronto, camy, que está super genial e__e
    ¡Un besazo!

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  2. SE QUIEN ES EL QUE ESTA VIENDO EL FUTBOL JAJAJAJAJ

    Se me ha borrado le comentario ¬¬...
    bueno bueno bueno, va a ser una situación muy cómica aunque Sam ha tenido muy poca cabeza emborrachándose así...

    Sigue Prontoooo!!! :DDDDDDDDD
    e_______________________________e

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  3. Bueeeeeeno ya me he reincorporado!!

    Y QUE FUER TE!

    Pero ¿porqué bebe tanto? Ains de verdad....Mírala qué loba, que se tira a sus brazo cual gata en celo. Y ahora saldrá se encontrará al otro y...verás veráááááás!!
    Sigue, me encanta Camila!

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